lunes, 1 de marzo de 2010

Miedo a criminalidad amenaza libertad de prensa en Sudáfrica


Joan Canela i Barrull
El Periodico

“Nunca pensaba que diría esto, pero estoy totalmente de acuerdo con el gobierno del CNA”. Mensajes como este, firmados a menudo por nombres en afrikaner, llenan los espacios de cartas de los periódicos y los foros de internet. La razón de esta nueva y sorprendente filiación entre el gobernante partido de la mayoría negra en Sudáfrica y buena parte de la minoría blanca -especialmente la de origen afrikaner, su histórica enemiga- se encuentra en el enésimo escándalo relacionado con la seguridad ciudadana en uno de los países del mundo con los índices de criminalidad más altos.

Un reportaje de las noticias de la tarde del 15 de enero en el canal etv -la única televisión privada que emite en abierto- en un momento de máxima audiencia donde dos supuestos delincuentes con las caras tapadas con medias anunciaban que los turistas que acudieran a ver el Mundial serían objetivo de sus asaltos y robos.

Después de meses de campañas de imagen para tratar de convencer a la prensa internacional y a los posibles fans que Sudáfrica era un país seguro para visitar, este desafío ha hecho montar en cólera al gobierno entero. Y tras él una clase media que vota mayoritariamente a la oposición pero que, de forma abrumadora, considera la inseguridad como el principal problema del país.

En una masiva rueda de prensa, un airado Bheki Cele, Comisario Nacional de la Policía, acusaba a los periodistas responsables de la entrevista, Ben Said y Mpho Lakaje, de ser “amantes de los criminales” y “confraternizar” con ellos.

El Ministro del Interior en persona, Nathi Mthethwa, aseguraba que, tras la negativa de los reporteros a revelar sus fuentes, no les quedaba “otra opción” que citarlos para obligarlos judicialmente y anunciaba que podían ser acusados por “amenazas” e “incitación al delito”. La paradoja es que este antiguo luchador contra el apartheid ha tenido que apoyarse en una ley de aquel régimen -la sección 205- para lograr sus objetivos.

Amenaza a la libertad de prensa o a la seguridad?

Las imágenes de ambos periodistas entrando en un juzgado de Johannesburgo para declarar -aunque el juez pospuso la citación a última hora- ha hecho retrotraer a muchos comunicadores a los terribles efectos de la sección 205 en aquellos años, cuando numerosos periodista fueron encarcelados de forma indefinida hasta que no revelaban sus fuentes.

“Por ahora podemos alegrarnos de tener dos reporteros fuera de la cárcel”, aseguraba Raymond Low, que como miembro del comité de libertad de prensa del Foro Nacional de Editores se encarga de la mediación entre las dos partes en conflicto.

Una negociación que no será nada fácil. Por el momento, la cadena de televisión, en un escueto comunicado, se compromete a colaborar con la policía pero al mismo tiempo respalda la decisión de sus profesionales a negarse a revelar sus fuentes. “Mpho y Ben simplemente han estado haciendo su trabajo como periodistas. Este tipo de historias no son nada raras en los medio. -declaraba el director de la cadena Marcel Golding- La reacción contra nuestro canal ha sido desproporcionada”.

Más misterios

Pero el caso no parece que vaya a resolverse fácilmente, ni tan siquiera con la detención de un hombre al que la policía ha identificado como uno de los dos criminales televisivos. Una semana después de la emisión de la polémica entrevista aparecía muerto en su casa de Soweto Lucky Phungula. Este amigo de Mpho Lakaje fue identificado por el periodista como la persona que contactó con los delincuentes y el único que conocía su identitdad.

Junto al frasco de veneno que había usado Phungula había una nota donde acusaba a Lakaje de “haberle arruinado la vida” y de haber “provocado esta decisión”.

Una muerte que añade dramatismo a un caso que resume, por si solo, algunas de las peores contradicciones de la Sudáfrica de ayer y de la de hoy.

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