viernes, 12 de marzo de 2010

Crónica sobre un periodista en huelga de hambre



Yoani SánchezContar lo que nos duele, escribir sobre aquello que hemos rozado, tocado y sufrido, trasciende la experiencia periodística para convertirse en un testimonio de vida.
Hay un abismo de distancia entre las crónicas sobre un hombre en huelga de hambre y el acto de palparle las costillas que le sobresalen en los costados.
De ahí que ninguna entrevista pueda reproducir los ojos llorosos de Clara –la esposa de Guillermo Fariñas– mientras cuenta que para la hija de ambos el padre está enfermo del estómago y por eso enflaquece cada día.
Ni siquiera un largo reportaje conseguiría describir el pánico inducido por la cámara que –a cien metros de la casa de este villaclareño– observa y filma a quienes se acercan al número 615 A de la calle Alemán.
Acumular párrafos, compilar citas y mostrar grabaciones, no alcanza a transmitir los olores del Cuerpo de Guardia a donde trasladaron ayer a Fariñas.
Se me hace insoportable la culpa de haber llegado tarde a pedirle que volviera a comer, a persuadirlo de evitar que su salud sufriera un daño irreversible.
Durante el viaje en la carretera hilvané algunas frases para convencerlo de no llegar hasta el final, pero antes de entrar en la ciudad un SMS me confirmó su hospitalización.
Le iba a decir “Ya lo has logrado, has ayudado a quitarles la máscara” y en lugar de eso tuve que pronunciar palabras de consuelo para la familia, sentarme en su ausencia en aquella sala del humilde barrio de La Chirusa.
¿Por qué nos han llevado hasta este punto? ¿Cómo han podido cerrar todos los caminos del diálogo, el debate, la sana disensión y la necesaria crítica? Cuando en un país se suceden este tipo de protestas de estómagos vacíos, hay que cuestionarse si a los ciudadanos se les ha dejado otra vía para mostrar su inconformidad.
Fariñas sabe que jamás le darán un minuto en la radio, que su criterio no será tomado en cuenta en ninguna reunión del parlamento y que su voz no podrá alzarse, sin penalización, en una plaza pública.
Negarse a ingerir alimentos fue la forma que encontró para mostrar el desespero de vivir bajo un sistema que ha constituido la mordaza y la máscara en sus “conquistas” más acabadas.
Coco no puede morir. Porque en la larga procesión funeraria donde van Orlando Zapata Tamayo, nuestra voz y la soberanía ciudadana que hace rato nos asesinaron… ya no cabe un muerto más.


El periodista disidente cubano Guillermo Fariñas, en huelga de hambre desde hace 16 días, puede padecer una "complicación renal", pues no orina desde que ingresó el jueves en terapia intensiva de un hospital de Santa Clara (centro), dijo este viernes su portavoz, Licet Zamora.


Guillermo Fariñas

El opositor cubano Guillermo Fariñas es examinado por médicos mientras permanece recostado en un sofá en su casa de Santa Clara, en Cuba, el 10 de marzo de 2010. Fariñas, quien sigue una huelga de hambre desde hace 15 días, sufrió un desmayo este jueves 11 de marzo y está en "estado grave", informó una empleada del hospital provincial de Santa Clara, donde fue ingresado.
El periodista disidente cubano Guillermo Fariñas, en huelga de hambre desde hace 16 días, puede padecer una "complicación renal", pues no orina desde que ingresó el jueves en terapia intensiva de un hospital de Santa Clara (centro), dijo este viernes su portavoz, Licet Zamora.

"Fariñas se mantiene en la sala de cuidados intensivos del hospital provincial 'Arnaldo Milián' y la observación es que continúa sin orinar. Esto nos preocupa, aunque no hay confirmación (médica) sobre una complicación renal", dijo telefónicamente Zamora a la AFP desde Santa Clara, 280 km al este de La Habana.

"Estamos esperando los resultados de los exámenes que le hicieron ayer (jueves)", añadió Zamora, tras precisar que el sicólogo, de 48 años, está siendo "hidratado por vía intravenosa".

Fariñas, quien ha realizado más de 20 huelgas de hambre y ha estado preso tres veces por su actividad opositora, sufrió el jueves un shock hipoglucémico -similar al que enfrentó el 3 de marzo- y fue ingresado en el hospital Milían, el principal de la ciudad y cuyos servicios de información lo reportan "grave pero estable".

La madre del disidente, Alicia Hernández, dijo a la AFP sentirse "más tranquila", porque su hijo "está ingresado, vigilado por los médicos las 24 horas", pero lamentó que mantenga "su posición de continuar" la protesta, en reclamo de la libertad de 26 presos políticos cubanos que asegura están muy enfermos.

"Está consciente, orientado, pero sigue con sus dolores articulares, de cabeza, lumbar y sus síntomas no muy pronunciados de deshidratación. Me dijo que se siente muy agotado", comentó Hernández, quien es enfermera jubilada.

Fariñas comenzó la huelga el 24 de febrero, poco después de la muerte del preso político Orlando Zapata, de 42 años, tras una huelga de dos meses y medio.

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