miércoles, 17 de febrero de 2010

Historias desde Haití - Nosotros ya eramos niños de la calle



En Puerto Príncipe, muchos menores se han quedado solos. Sin embargo, Daniel y Simon ya vivían solos, en la calle, antes del terremoto. Juntos, con otros 13 menores, forman una pandilla de niños que llevan en la calle entre 1 y 6 años.
Juntos viven ahora en la calle de en frente al palacio presidencial colapsado, como la mayoría de edificios de la capital, tras el terremoto. Duermen, buscan comida y pasan los días juntos.

Sólo hay niños en la pandilla, la mayoría de las niñas que conocían murieron en el terremoto. Con 13 años, Daniel es el más pequeño del grupo, frente Simon, de 18 años, que es el más mayor.

La Historia de Daniel Joseph: Ahora quiero volver a casa

Llevo en este grupo casi un año. Vivía cerca de aquí y vi a los chicos en la calle. Nos hicimos amigos y, desde que dejé mi casa, estamos siempre juntos.

Me fui de casa por mi madre era demasiado estricta. No le gustaba como me portaba y tampoco que estuviese por ahí con ellos. Cuando vivía en casa, estaba siempre solo. Mi madre nunca estaba y mi padre vive lejos, en Santo Domingo. En la calle, siempre tengo a mis amigos cerca. Nos cuidamos los unos a los otros- la gente no tiene que cuidarme sólo porque soy el más pequeño, yo cuido de ellos también. Nadie cuida de mí.


Ayer por la mañana fui a buscar comida, fui por todos los vendedores que me fían comida pero no me pudieron dar nada. Siempre les pago cuando tengo dinero. Al final, tuve que ir hasta el centro para conseguir unas galletas. Desde entonces no había comido nada hasta ahora, acabo de comer un plátano, algo de agua y un poco de pan.

Desde el terremoto, la calle me da más miedo. Por la noche hay un montón de locos dando vueltas. También hay saqueadores, yo no he visto ninguno pero he oído hablar de ellos. Pasan muchas cosas raras por la noche. Me cuesta mucho dormir.

La casa de mi madre quedó totalmente destruida en el terremoto. Ella vive ahora en el campamento que se ha formado en un parque cerca de aquí. Me ha dicho que si encuentra una casa para alquilar, me puedo mudar con ella si quiero. Quiero volver a casa. Ahora la veo casi todas las tardes.

No voy a la escuela. Aprendí un poquito cuando era más pequeño pero nunca he ido a clases. No tenemos dinero suficiente para pagar las tasas. Me gustaría ir pero si no lo podemos pagar, así que no puedo.

De mayor me gustaría ser médico y así poder ayudar a mi país. Quiero ayudar a mi gente.

Haití ha quedado completamente destruida con el terremoto. Incluso la Casa Blanca, el palacio presidencial, se ha destruido. No se como se podrá arreglar todo esto, me resulta muy difícil explicarlo, pero va a llevar mucho tiempo.

La historia de Simon: No me gusta, no quiero estar aquí pero no tengo otra opción

Somos chicos, dormimos en las calles y nos pasamos el tiempo juntos. No tenemos la misma madre pero somos una familia.

Llevo viviendo en la calle desde 2003, cuando tenía 12 años. En casa, la vida se hacía muy difícil y creía que todo sería mejor si era independiente, simplemente cuidando de mi mismo.

Cuando pasó todo lo del terremoto, estábamos todos juntos en Chamas, el parque más grande de Puerto Príncipe, sentados en la montaña que está debajo de la cruz grande. El suelo empezó a temblar y vimos como todo se abría en frente nuestro. Todo el mundo corría y gritaba, las calles se abrían y los edificios se caían. No entendía que estaba pasando pero tenía a Dios en mi corazón y sabía que me protegería.

Mi madre y mi padre murieron en el terremoto. Me encontré con mi abuela en la calle y me lo contó. Muchos de los chicos de nuestra pandilla también han perdido a sus padres y a su familia. El desastre ha tocado a todos los niños del país. Tengo un hermano mayor pero ninguna hermana. También tengo una tía pero vive muy lejos. No he vuelto a nuestra casa pero me han dicho que quedó completamente destruida. Solía ir a casa alguna vez pero no muy a menudo porque era raro que tuviese algo para llevar a mi madre y sentía que no podía volver a casa con las manos vacías.

Todos los días, me despierto porque tengo hambre, siempre sobre las 6 a.m. Dormimos todos juntos sobre la cera. Dormimos donde podemos. No tengo miedo por la noche pero yo llevo haciendo esto por un tiempo y ya me he acostumbrado. Creo que algunos de los chicos más pequeños si que tienen miedo.

Conozco a mucha gente que vende comida en el mercado. Si reconozco a alguno de ellos, les pido algo de comida. Pero es una lucha constante. A veces tienen algo que darte y otras veces no. Ahora soy el más mayor del grupo, así que tengo la responsabilidad de que si encuentro comida, todos tienen algo para comer. Si consigo algo, lo comparto.

Realmente, nuestras vidas no han cambiado mucho desde el terremoto. Sigo haciendo las mismas cosas, sigo durmiendo en la calle, peleando por comida y sigue sin haber nadie que me ayude. Ojala tuviese un lugar o algo donde trabajar durante el día, pero no lo tengo. Así que estamos por ahí en la calle, jugando al fútbol o a juegos de póquer.

No me gusta, no quiero estar aquí pero no tengo otra opción. Tengo hambre y no tengo nada, incluso antes del desastre, estaba así.

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