domingo, 13 de diciembre de 2009

Manual del buen periodista


Rubén Darío Buitrón
EL COMERCIO

Pasión por la precisión, instinto noticioso, actitud de duda permanente, registro exacto de los hechos, empatía con los lectores, desconfianza en todo tipo de fuentes, independencia de cualquier poder, profunda voluntad autocrítica, búsqueda de un estilo personal y capacidad de aprender de los errores propios.

El crítico más severo y más riguroso del periodista debe ser él mismo.


¿Se trata de los 10 mandamientos de los reporteros? No. Son los ejes fundamentales del libro ‘El periodista universal’, escrito por el británico David Randall (Inglaterra, 1951).

Los especialistas que lo han leído han llegado a un consenso acerca de la relevancia del libro y del talento de quien lo escribió.

Tanto así que John Ryan, director de la prestigiosa Thomson Foundation, opina que “es el mejor libro jamás escrito sobre periodismo”.

La ética es un conjunto de maneras prudentes de actuar, no un compendio de principios.


Hasta ahora traducido a seis idiomas y con al menos 20 reediciones, ‘El periodista universal’ apareció por primera vez en inglés en 1996, con el título ‘The Universal Journalist’, bajo el sello Pluto Press.

Su éxito fue inmediato y contundente. Tres años después, Siglo XXI Editores lo publicó en español. Hoy, según estadísticas de grandes editoriales europeas, es el libro de periodismo más leído del mundo.

¿Qué virtudes especiales tiene ‘El periodista universal’, que este mes cumple 10 años de su primera edición en español?

Muchas virtudes. Por ejemplo, que es ameno y entretenido, sin alardes intelectuales ni lenguajes crípticos. Que la teoría es poca y la práctica, mucha. Que es sincero, frontal, directo, pero respetuoso. Que cada propuesta temática se sustenta en experiencias concretas. Que apela a una actitud ética del periodista para que asuma la responsabilidad del oficio.

Sobre las páginas de ‘El periodista universal’, David Randall vierte toda su experiencia y profesionalismo como reportero, editor, subdirector, director, asesor, columnista, escritor, humorista, consultor, catedrático, conferencista...

Alejado de las luces de la fama, reacio a aparecer en los periódicos y en la televisión, Randall muestra su humildad y sencillez cuando dedica el libro al reportero de investigación John Merrit, ex redactor jefe del diario The Observer, quien murió de una rara forma de leucemia en 1992, cuando apenas tenía 35 años pero ya había hecho una carrera que marcó a muchos periodistas de su generación.

Estrictamente leal con su forma de ver y hacer periodismo, Randall nunca ha dejado de hurgar en las múltiples posibilidades de los medios y nunca ha dejado de ser duro con quienes degradan el ejercicio periodístico.

“Toda información publicada debe ser el resultado de una búsqueda honesta de la verdad”, dice en

‘El periodista universal’, pero deja claro que no es posible hacer buen periodismo sin una actitud transparente frente a los hechos y una solvencia moral frente al compromiso de servir a la sociedad.

“Quien se sienta llamado a ser propagandista o militante partidista puede trabajar en relaciones públicas, en un ministerio o en un partido político, pero jamás en un medio de comunicación”.

Randall es implacable: “Un periodista no debe sentirse comprometido con nadie más que con su trabajo. Un periodista no se debe a ningún partido político, a ningún enfoque empresarial, a ninguna causa particular. Si hacer periodismo ecuánime es difícil, lo es mucho más cuando debemos vencer esos conflictos de intereses”.

Reconocido en Europa, África y Estados Unidos por su enorme capacidad de refundar medios de comunicación y promover el uso de las nuevas tecnologías al servicio de un periodismo más útil, Randall cree que no existe otra forma de hacer periodismo que buscar permanentemente nuevos desafíos.

Por eso no se permite, ni un solo día, dejar de escribir: “Me parece patético y triste que existan periodistas que trabajen para ganarse la vida. Yo escribo todos los días porque siento placer al hacerlo, porque aprendo, porque me da autoridad para enseñar y manejar a los futuros periodistas”.
Randall fustiga a quienes no se cuestionan sobre el sentido del oficio y a quienes consideran que “en el periodismo ya todo está dicho”.

Por el contrario, “la manera de equivocarnos menos es pensar cada momento lo que estamos haciendo y cómo y para qué lo estamos haciendo”.
Si para Randall la prensa nunca morirá es porque siempre existirá el “periodista universal”, aquel que lucha cada día contra las amenazas de afuera y de adentro: “Afuera nos amenazan los enemigos de la libertad de expresión y adentro los periodistas que traicionan el rigor y la calidad”.

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